El ser humano no tiene remedio. Nuestra avaricia y nuestra ambición no conocen límites, es algo inherente a nuestra propia naturaleza y no podemos, aunque queramos, renegar de ello. Todos tenemos un precio, y somos incluso capaces de sacrificar lo más querido por aquello que más ansiamos.

Hoy voy a hablar de una historia que se convirtió en leyenda, posteriormente en una de las obras literarias más importantes de la historia, y a partir de ahí en un montón de productos de consumo que nos recuerdan de vez en cuando que no debemos dejarnos deslumbrar por nuestra propia codicia. Se trata de la historia de Fausto, el hombre que le vendió su alma al Diablo.

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El mito de Fausto es probablemente la leyenda alemana de más trascendencia a nivel cultural mundial.  Cuenta la historia de un erudito de gran éxito, insatisfecho y que al ver llegar el umbral de su vida y no haber conocido todo lo que deseaba, decide hacer un pacto con el diablo ofreciéndole su alma a cambio de una sabiduría ilimitada y del disfrute de los placeres mundanos. Vamos a intentar conocer, pues, el origen histórico (si es que existió realmente) de este mito al que el arte, la ópera, el cine y la literatura han puesto cara.

El mito de Fausto se ha convertido en uno de los grandes símbolos del hombre occidental, inquieto y fatalmente ansioso de conocimiento. Tiene sus antecedentes en las figuras clásicas de Prometeo y Pigmalión, y también en la leyenda de Cipriano, famoso encantador de Alejandría, que firmó un pacto con el espíritu infernal para obtener el amor de la cristiana Justina. Posteriormente, y sin demasiadas variantes, la historia de Cipriano recaló, en el siglo IX, en Alemania y fue popularizada por Ado, arzobispo de Viena. Pero en la primera mitad del siglo XVI tomó cuerpo en un personaje real.

Al parecer, según la primera versión (el Fausto de Spies), en la antigua Praga residió un personaje real llamado Johannes Faust, un sabio alemán que vivió entre 1480 y 1540, que ejerció diversos trabajos como médico, astrólogo y adivino. Los datos sobre su vida son contradictorios. Él mismo se declaraba «cuñado del demonio», y al parecer era pobre, amante del vino y acumulador de deudas. Según las crónicas siempre había alguien dispuesto a escuchar sus consejos, lo que le define como un hombre persuasivo y, hasta cierto punto, seductor. Sin embargo, otros lo definen como un nigromante clásico que adoptó una vida devota y casta, llena de oraciones y visitas a la iglesia con el fin de aprender a convocar y dominar a los espíritus infernales. Se le atribuyen varios tratados de magia. Sus contemporáneos hablaban de él como sabio, aventurero e impostor a partes iguales, pero ninguno dejaba de atribuirle asombrosas y demoniacas hechicerías.

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Portada original de Fausto de Goethe

En casi todas las obras literarias y teatrales de Fausto la figura de Mefistófeles, el demonio que según el folclore alemán se encarga de capturar almas para Satanás, es el personaje clave de la trama. Sin embargo este personaje no aparece como tal en la primera versión escrita de Fausto en 1587. Aquí el protagonista es un anciano teólogo y practicante de magia negra que invoca al Diablo para someterlo a sus órdenes. Éste, a cambio, le propone hacer un pacto por el cuál le dará toda la información que desee durante 24 años. Al término de este tiempo su alma pertenecerá al Diablo para siempre. Durante esos años, Fausto oscila entre los excesos mundanos y un arrepentimiento que nunca llega.

La versión inglesa de la obra fue plasmada sobre el papel por Christopher Marlowe en 1592. El escritor inglés escribió el drama The Tragicall History of Dr. Faustus dándole nuevos valores al personaje principal. Así, este Fausto pierde  la visión medieval inicial y adquiere un espíritu  Renacentista, mucho más Humanista.

Pero sin duda, el Fausto más famoso es el de Goethe, en pleno auge del Romanticismo. La primera parte de este poema dramático se conoció en 1808 y la segunda se publicó en 1832, cuando Goethe ya había fallecido. La obra de Goethe es probablemente la más influyente de toda la tradición fáustica y está considerada como una de las obras cumbres de la literatura alemana y universal. En ella Fausto es un hombre sabio incapaz de ser feliz a quien se le aparece Mefistófeles para ofrecerle los placeres de la vida. En este pacto cobra especialmente la eterna juventud, que se le dará a Fausto hasta que muera. El Fausto y el Mesfistófeles de Goethe recorren juntos un camino en el que otros padecerán la falta de responsabilidad del personaje principal y que culminará con la muerte de Fausto a una avanzada edad. El bien, el mal y los límites de la naturaleza humana serán los protagonistas de esta versión de la historia.

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Casi un siglo y medio después (1947) Thomas Mann publicará una nueva versión del mito en su novela Doktor Faustus. En ella un músico venderá su alma al diablo para superarse en su arte. Esta revisión del mito es una alusión clara a la “venta” intelectual y cultural de Alemania ante en nacionalsocialismo.

La referencia musical de la historia del rock a Fausto se atribuye al grupo Queen en el álbum “A Night At The Opera” (1975). Existen muchas controversias sobre el significado del tema “Bohemian Rhapsody”, pero es bastante extendida la versión de que trata sobre un hombre que ha matado a alguien y que había vendido, al igual que Fausto, su alma al diablo. En este caso, sin embargo, la historia cambia: la noche anterior a su ejecución el joven invoca a Dios y con la ayuda de ángeles recupera su alma.

En el caso del séptimo arte fue el cine mudo el que dio voz de forma espectacular a Fausto gracias al director F.W. Murnau, que se basó en la obra de Goethe para su película Faust (1926). La adapación es totalmente fiel al texto y los efectos especiales, el montaje y la música son característicos en esta película en la que Mefisto es presentado como un ser alado y con cuernos, un tanto draculiano.

Curiosamente, en los tratados o textos sobre Fausto no se habla de una película bastante reciente, cuyas referencias a esta historia son bastante claras. Se trata del film del director Taylor Hackford, Pactar con el Diablo (1997), una versión libre de Fausto. En ella un abogado de éxito, que nunca pierde un caso, es tentado por una gran firma de abogados para ser contratado y así relanzar su carrera: deberá hacer trampa en un juicio. Ya trabajando en dicho bufete, se va alejando más y más de su familia, para trabajar en diferentes casos de dudosa moralidad. Finalmente, descubre que aquel gran abogado que le contrató es el Diablo, y que por culpa de su codicia, está atrapado en sus redes.

Como se puede ver, son numerosas las variantes artísticas en las que se ha versionado el mito de Fausto. Aquí he mostrado las más importantes, o al menos las más famosas, pero si se investiga un poco, es fácil econtrar referencias a lo largo y ancho de la historia de la humanidad. Quizá se deba a que no es algo tan descabellado… quizá todos, en el fondo, estemos deseando que el diablo nos ofrezca un pacto.